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miércoles, 11 de abril de 2012

El silencio de los padres de familia I


Antes, los padres de familia educaban, con mayor o menor acierto, pero educaban. Podemos decir que en la actualidad existen muchos casos de miedo a ejercer el mando; ese temor en padres desorientados, es un fenómeno relativamente reciente. Y ese miedo tiene una estrecha relación con el deseo de no sufrir por un lado, y con la falta de información por otro. Expliquemos esto: existe un miedo generalizado al sufrimiento propio y ajeno -fruto quizá del afán de placer que nos invade-; así va ganando terreno una política de concesiones y de claudicaciones en la educación de losmenores.

Aristóteles dice que el hombre feliz actuará conforme a la virtud y llevará los cambios de fortuna con sumo decoro. Escribe: "se difunde el resplandor de la hermosura moral cuando un hombre lleva con serenidad muchos y grandes infortunios, no por insensibilidad al dolor, sino porque es bien nacido y magnánimo".

La autoridad es tema clave en educación; el problema radica en que muchos padres y dirigentes no tienen suficiente personalidad y en muchas ocasiones poseen una idea equivocada de la autoridad.

Quizá el resultado más valioso de toda educación sea la capacidad para obligarse uno mismo a hacer lo que tiene que hacer y cuando debe hacerse, le guste o no.

En vez de ofrecer una vida fácil al hijo, conviene capacitarle para una vida dura y áspera. Hay que iniciarlo, sin miramientos de falsa compasión, en los esfuerzos que probablemente tendrá que desarrollar un día.

Mientras la conducta de los jóvenes se encuentra en estado plástico, es necesario que adquieran buenos hábitos: cada pequeño acto, vicioso o virtuoso, deja cicatriz en ellos.
Rebeca Raynaud

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